Y a la hora de la siesta...
se escapan las mariposas de mi estómago
Hoy me pregunto que será de ti
Te tuve cerca y ahora estás tan lejos
Pero prohibirme recordar lo nuestro es imposible
Es imposible
No me perdono sé que te perdí
Pero expiraron los remordimientos
Fui dictador y el no dejarte ir
Debió haber sido mi primer decreto
Cuatro años sin mirarte
Tres postales y un bolero
Dos meses y me olvidaste
Y ni siquiera me pensaste un 29 de febrero
Andan diciendo por la calle
Que solo le eres fiel al viento
El mismo que nunca hizo falta
Para levantar tu falda cada día de por medio
Cómo te atreves a volver
A darle vida a lo que estaba muerto
La soledad me había tratado bien
Y no eres quien para exigir derechos
Cómo te atreves a volver
Y a tus cenizas convertir en fuego
Hoy mis mentiras veo caer
Que no es verdad que te olvidé
Cómo te atreves a volver
CÓMO TE ATREVES
MORAT
Abrazo el tronco de tu árbol y noto con qué ímpetu lo recorre la savia de tu imaginación impregnando todas sus ramas.
ResponderEliminarEs la hora de la siesta.
Tu cabeza se llena de crisálidas con el germen de una historia tejida por tus sueños. Después, convertidas en mariposas, se escapan por tu estómago y, silenciosamente, se posan sobre cada una de las hojas de su frondosa copa.